viernes, 1 de enero de 2010

Lisboa.

Viaje a Lisboa, Diciembre 2009, en imágenes.



























sábado, 26 de septiembre de 2009

Cuaderno de Bitácora.

Pocas veces he seguido un diario a lo largo de mis viajes, pero durante el Interraíl de 2009, conseguí mantenerlo religiosamente. Es una buena forma de mantener los recuerdos de dichos viajes, o al menos el lugar dónde estuve-lo que ví-con quién estuve. Una buena forma para luchar en contra de mi mala memoria.

Claro que las sensaciones que viví durante esos viajes, me los dejo para mí.



Gracias por leer(me).

miércoles, 26 de agosto de 2009

30 de Julio de 2009. Fin del viaje.

Hoy es el cumpleaños de Esteban y no he podido felicitarle nada más que por email. Andamos superjustas de dinero, contando los centimos.

Estamos en Frankfurt, ya en el último día de nuestro interraíl. Estamos en la habitación preparando todo para mañana, que cogemos el avión a Madrid. En el aeropuerto nos esperarán Powers, David y Jose Manuel (el padre de María) (NOTA*: Al final no fue el padre de María, sino Jorge, su hermano).

El día 26 fuimos a Munich y tras recorrer una calle larguíííísima, llegamos al albergue dónde el encargado hablaba en un inglés gangoso ("Room mumber?" "¿Mambo?"). Nos peleamos un poco con él y con las reservas, era un poco torpe, acabó haciéndonos dos facturas a cada una no entendemos muy bien por qué.

Llegamos a la habitación y había un séquito de locas barcelonesas, cuyo interraíl trataba de

- un día de fiesta 24 horas non-stop
+
- seguido de un día de siesta 24 horas non-stop
+
- un día de tomar el sol 24 horas non-stop.

La verdad es que eran muy divertidas.

Nos fuimos a la cama relativamente pronto porque estábamos matadas.

Al día siguiente nos levantamos y fuimos a recorrer Munich. Era una ciudad con mucho encanto y muy musical. Prácticamente en cada esquina había un músico tocando, lo cual me encantó. Vimos el ayuntamiento, Frauenkirche, cuyas torres me encantaron, un mercado lleno de comidas, bebidas y flores alemanas (Virtualienstrasse) y caminamos, caminamos, caminamos. De vez en cuando nos tirábamos en algún jardín dónde se estaba muy agusto, el tiempo era muy bueno y generalmente podías escuchar la música procedente de alguna esquina.


Estatua de músicos en Munich

La ciudad no era muy grande, pero sí muy bonita, con muchas zonas peatonales y millones de bicicletas.


Aparcamiento de bicicletas


Tras comer una típica salchicha alemana con una jarra de agua, fuimos a Hofbrauhause, la cervecería más grande del mundo a tomarnos... ¡un capuccino! Yo me tomé también la segunda Apfelstruddle del viaje, que me dejó hecha una bolita. Me llenó muchísimo.


Hofbrauhause

Por la tarde seguimos caminando y nos dirigimos al albergue, aunque antes pasamos por un locutorio para dar señales de vida a mis allegados (familia y novio).

Al llegar al albergue nos encontramos con las chicas catalanas que se estaban preparando para ir de fiesta. Al día siguiente tenían que hacer el "Check out", pero cuando sus alarmas sonaron, las únicas que se despertaron fuímos María y yo. Me duché y como no se levantaban, decidimos avisarlas por si perdían algún tren. Tenían que hacer el "Check out" en 10 minutos y no sólo tenían toda la ropa desperdigada, sino que aún estaban borrachas, por lo que nos partíamos de la risa con ellas. Una de ellas sacó del bolso dos pulseras reflectantes amarillo fosforito que le habían regalado en la discoteca de la noche anterior y nos las regaló a Mary y a mi.

Finalmente consiguieron irse, María se fue a duchar y bajamos al supermercado en busca de cena. La subimos al cuarto y nos fuimos a la ciudad en busca de regalos (que no encontramos, tan sólo encontré una jarrita de cerveza para mis padres).

Tras el intento fallido de comprar, nos fuimos a ver la residencia real de Maximiliano, que era impresionante pero más aún lo eran sus jardines. Nos sentamos en el parque y María se encontraba muy mal, así que fuimos al albergue. Allí estuvimos viendo la MTV alemana en una tele del cuarto con sus programas estúpidos que hacían que el tiempo pasase más deprisa. Entonces llegaron cuatro japonesas, dos madre y dos hijas, que se acostaron con ropa a las 20:00 para levantarse a las 6:00 AM sin ducharse. No hablaban nada de inglés y eran bastante bordes. En fín, así fue nuestra última noche en Munich, guardando silencio por nuestras compañeras orientales, cosa que ellas no hicieron cuando se levantaron a las 6 de la mañana.


Residencia de Maximiliano

Al día siguiente (29 de Julio) era nuestro último día del billete de Interríl, así que nos fuimos a Frankfurt. Tras comer una pizza de un pizzero muy gracioso, cantarín y multilingüe, cogimos el tren que tardaría tres horas hasta Frankfurt.

Al llegar, estuvimos descansando y nos encontramos a una española con la que hablamos dos palabras. Le dijimos que Frankfurt se veía muy rápidamente.

Por la noche fuimos al Sam Sports Bar, lugar dónde nos habíamos tomado unos cócteles los días que pasamos en Frankfurt con Pablito y Carlos. El camarero era un rubio llamado Benny, muy amanerado pero simpático y gracioso. Le llamábamos "Blondie Benny" (no a la cara, claro). Acabamos yendo a una discoteca horrible de modernos, dónde a mi (cómo no) me entró el sueño y acabamos yendo a la cama.

Esta mañana nos hemos despertado, hemos desayunado en el buffet del albergue y básicamente nos hemos ido de compras en busca de regalos. Hemos contado céntimos para comer y hemos seguido dando vueltas hasta que finalmente hemos vuelto al albergue. Yo me he encontrado con la chica de ayer, que me ha preguntado si era de Asturias ("Pero si yo no tengo acento...") y cuando le he contestado que había vivido allí, me dice que es Alba, de Medal, que tocaba la flauta en mi conservatorio. El mundo es un pañuelo. Me ha estado contando toda su vida (sí, yo no la reconocí y ella a mi sí).

Luego nos hemos tumbado en la cama y me he despertado muy atontada. Así que estamos vagueando. Y mañana termina todo esto...

martes, 25 de agosto de 2009

26 de Julio de 2009. Tren a Munich.

Hoy ha sido un día tranquilo.

Nos despertamos (así como un extraño japonés que nos tocó en la habitación, nos gustaba más la australiana) y fuimos al Schonnbrum, que sí que es impresionante, con sus parques, fuentes, zoo, teatro de marionetas... María se tomó unas patatas fritas y yo un helado de un señor muy majo con gorro gigante (no es que le robase su helado al señor, es que el señor vendía helados).


guapa estoy

Tras la laaaarga vuelta al albergue caminando (no nos colamos elegantemente en ningún sitio), hicimos la comida, comimos y nos tiramos en la sala de la Televisión a ver programas estúpidos de la MTV, mientras hacíamos tiempo para coger el tren en el que estamos ahora... ¡rumbo a Munich!

25 de Julio de 2009. Viena, día 3.

No fue tan intenso pero no por ello fue menos divertido.

Nos levantamos-desayunamos y fuimos a Mariahilferstrasse en busca de algún regalo que, por cierto, no encontramos, por lo que nos dirigimos a ver el Parlamento.

La zona era muy tranquila, supongo que de alta seguridad. Vimos el Parlamento, el Teatro del Pueblo (Volkstheater) y el Rathaus (ayuntamiento). Delante del ayuntamiento había un festival de cine (pero proyectaban óperas) por lo que había una pantalla gigante en la fachada del mismo, así como puestos de comida de diferentes países. Decidimos comer allí, se estaba bien, había música electrónica, sillas y mesas con sombrita.


Comida japonesa.

Después de estar un rato más allí, nos dirigimos en busca de regalos, pero era tan frustrante y aburrido que fuimos a Belvedere. El palacio era precioso y seguro que la colección era increíble, pero la falta de fondos hizo que nos quedásemos en el jardín descansando un rato y disfrutando del lugar.


Palacio de Belvedere


Nos dirigimos al albergue y yo al Albergue y yo lavé más ropa para luego estar charlando en la habitación, cenar, ponerme hasta arriba de cereales (me estuvo doliendo la tripa un rato) y fuimos a llamar a David, pero la llamada se cortó.

domingo, 23 de agosto de 2009

24 de Julio de 2009. Viena, día 2.

Fue un día intenso.

Nos levantamos y bajamos a la cocina a desayunar café soluble que habíamos comprado el día anterior (¡y muesli!). Salimos a la calle y nos dirigimos al centro pasando por Mariahilferstrasse, la calle más comercial de Viena.

En el centro vimos el Museums Quartier, el palacio imperial, la iglesia de Saint Michel, cuyo altar me impresionó más que ningún altar que haya visto nunca (y eso que entré en la iglesia haciéndole bromas a María de que tenía que hacerle una reverenncia al "Señor" al pasar por el pasillo del altar). Era precioso, con estatuas blancas, con un cielo lleno de angelitos. Salimos y, paseando por el centro (vamos, que no encontrabamos el sentido del plano) llegamos a St. Stefan, que estaba bien, pero tampoco llamaba mi atención.

Altar de Saint Michel

Tras seguir dando paseos, acariciar caballos, ver palomas, etc, fuimos a la Ópera y entramos con un guía, que no sólo nos mostró TODA la Ópera, sino que nos contaba las historias de las obras. La Ópera era bastante moderna, porque aunque en su origen era muy espectacular, tras los bombardeos de la II Guerra Mundial, Austria no tenía el suficiente dinero como para reconstruirla tal y cómo era en un origen.

Salimos de la Ópera y decidimos tomarnos un Apfelstrudel, por lo que fuimos a una cafetería "Aida" que son típicas de Viena. Nos pedimos un Apfelstrudel y una Sachentorte y dos cafés, todo para compartir.


Entonces fuimos al Prater, pasando por el Stadtpark, dónde estaba la estatua de Strauss, Schubert, Schindler (aunque este último no le vimos) y el Kunthaus, una especie de sala de conciertos. También había patos, cuervos y palomas, una buena convivencia de razas.

Acudimos al Prater, aunque antes pasamos por un supermercado a comprar cereales para el dia siguiente así como unos Bacardi Breezer para el momento, pero eso no fue lo reseñable, sino que un señor que pagaba delante de mi compró TREINTA Y OCHO tabletas de Milka.

Ya en el Prater, tuve que subirme a la noria de "El tercer hombre", debido a mi emoción por estar delante de esa noria. Nos dimos un paseo por el parque de atracciones que tenía un gran encanto y nos colamos en el Tranvía número cinco. Dentro ayudamos a una señora mayor como buenas girlscouts.




En el albergue limpié algo de ropa ya que no me quedaba NADA para el día siguiente. También fuimos a llamar a Powers a un locutorio. Al volver al albergue, nos sentamos un rato en un parque y un chico asomó por una ventana diciendo "¡Están hablando español!" y de una forma un poco descarada se puso a hacernos preguntas.

23 de Julio de 2009. Viena, día 1.

Después de dieciséis horas de tren, llegamos a Viena. Parecía imposible, pero sobrevivimos a prácticamente una noche sin dormir, además de tener que pagar una multa por llevar los pies encima del asiento.

Tras la llegada a la estación y ya reservar nuestros billetes para Munich al cabo de unos días, nos dieron un plano enorme con una letra diminuta. Nos colamos en el Tranvía 18 y llegamos a Strawberry Youth Hostel, una residencia de estudiantes que en verano se convierte en albergue juvenil.

María decidió dormir un poco, yo me duché, envié algunos emails y me fui a recorrer el barrio, barrio de juventud universitaria y donde encontré un supermercardo para comprar algunas cosas de necesidad por una buena calidad-precio (que era muy barato, vaya). Luego llevaría a María para que ella también comprase lo que necesitaba.

Nos dimos un paseo y dimos con una heladería irresistible. Lo intentamos, pero no hubo manera, nos acabamos tomando un helado gigante... lo merecíamos después de dieciséis horas de viaje.

Cuando volvimos a la habitación, descubrimos que teníamos una compañera de habitación australiana muy simpática y parlanchina. Hablamos un rato con ella y fuimos a la cocina común del albergue, a cenar algo. Allí estaban Patricia, Carlos, Antonio I, Antonio II y Carlos, los dos primeros de Valencia y los tres segundos de Toledo. Empezamos a hablar con ellos y resultaron ser muy simpáticos, por lo que nos quedamos hablando con ellos hasta las 00:00, que nos fuimos a la cama, derrotadas.